viernes, diciembre 29, 2006

Filmes de una cabeza inconsciente 19

Me encontraba en un campo abierto metido en una zanja cavada en la tierra. Conmigo había un hombre negro, calvo, de unos 50 años. Algo sucedía y por eso nos encontrábamos en la zanja. Le dije que se asomara para que viera qué estaba ocurriendo. Sacó la cabeza para observar, pero con la misma la volvió a bajar. Se restregaba el ojo izquierdo diciendo que algo le había entrado. Cuando por fin lo abrió ví que su ojo estaba destrozado y sangrando, pero él no se quejaba de que le doliera.

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jueves, diciembre 21, 2006

No hay vida en escena

Una vez en el kinder me disfrazaron de torero y a mi hermano de toro. Para el festival representábamos la corrida bien loco: lo toreaba por aquí y por allá, yo hacía mis poses con la capa, él se ponía cada vez más bélico y yo más galán hasta que al final le daba la estocada (con mi trinche de las tortugas ninja) y él se tiraba al piso para que yo le arrancara las orejas y la cola (del disfraz, sádicos) y las aventara a las admiradoras enloquecidas. La verdad, no sé cómo lo soportó mi hermano.
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Entro en conflictos al pensar en las corridas de toros. Es más que obvio lo horrible que se me hace la acción de matar al pobre animal enfrente de todo el pueblo (y eso que siempre he querido que los circos romanos vuelvan a estar In) y luego lo arrastren hasta el mercado para destajarlo en plena calle y toda la feria pueda estar comiendo su mondongo y chocolomo más tarde; pero a mí me gustan harto las tradiciones de los pueblos y no hay nada como ver a los borrachos que se lanzan a querer torear y sólo terminan bailando junto al ceibo que se siembra en el centro de la segurísima plaza improvizada (me dijeron que hace como 4 años una chavita que vendía panuchos desapareció y sólo quedó su charola de panuchos sobre el hoyo que hizo en las tablas. Por supuesto, la chavita fue encontrada un piso más abajo) hasta que los corretea el toro y los saca. Y eso que yo no me quedo en la feria lo suficiente para ver las corridas buenas.
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Pero este año no hubieron corneados en mi corrida. Después de media hora de intentar que el segundo toro saliera del corral en el que estaba echado, decidieron solamente lazarlo y degollarlo ahí tirado. Tuve una de mis cámaras subjetivas tristes. Aparentemente el pánico escénico no fue una opción.

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Igual y tampoco le iban a aplaudir. A mi hermano sí le aplaudieron.
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domingo, diciembre 03, 2006

El peor cuento del mundo

Extraño ésto.
Los días pasan por aquí mientras yo pienso "Al rato ya escribo algo" y no lo hago. Falta de tiempo y de inspiración si es que así se le puede llamar. Yo no creo tener inspiración, nunca la he tenido. Yo solamente me tenía.
Creo que todo el mal comenzó cuando decidí ser una persona responsable y hubo menos tiempo para mí y este lugar. Y el tiempo que tenía para sentarme dignamente a escribir algo era tiempo perdido. No sabía qué escribir, lo que hace uno es contarse. "Somos cuentos que cuentan cuentos", algo así decía siempre Flectere.
No quiero no contarme. Este cuento no está incompleto, sólo tiene un mal narrador.
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Y el narrador no tiene ni tiempo ni vida. Quizá sea momento de cambiarlo.
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