Vicioso

Todavía me da miedo escribir. Me aterra. No es como cuando hablo, que pueden olvidarlo. Escribo y se queda ahí. Pero por misteriosas razones tengo ganas de escribir. Así que aquí estoy. Y espero que no me saquen durante un rato. Probablemente sea el regreso triunfal del tapete favorito de todas las niñas, garantizándoles más anécdotas cómicas, hermosos sueños estúpidos, filosofía estúpida y barata, bellas historietas por obra del buen Liniers y, rompiendo con todos los esquemas, posts un tanto melancólicos al menos hasta que se me pase eso de tener el corazón un poco más roto que de costumbre. No se preocupen, que no dura mucho hasta que me haga de piedra nuevamente, y si no yo tengo maestría en ocultar mi dolor, así que no duden que el principal propósito de este blog seguirá siendo tratar de sacar una sonrisa o quitarle el sentido a las cosas o encontrar La Verdad o atontar a La Verdad y robarle su cartera.

Bueno, recaigo... recaigo... creí ya haberme librado de esto... recaigo cual cigarro...

Ahora me voy que quiero ponerle bicarbonato de sodio a un pinche fogaje.